Alimentos en albergues: Instalamos cocinas móviles en el albergue de Alotenango para brindar tres tiempos diarios de comida caliente a más de 500 personas. Usamos productos como Incaparina, pastas Roma, frijoles y salsas Del Monte, Protemás y Maseca.

Kits de emergencia: Con voluntarios del Colegio Castillo Córdova y colaboradores, preparamos más de 350 kits. Los kits para rescatistas incluyen Agua Pura Salvavidas, suero Beberé, jugos Del Frutal, entre otros. Y los kits de supervivencia para familias damnificadas contienen alimentos para cinco días.

Centros de acopio: Todos los Súper 24 fueron habilitados como centros de acopio, principalmente de alimentos. Realizaremos el traslado y distribución de lo recaudado siguiendo instrucciones de Conred.

Un total de 20 mujeres de El Jícaro, El Progreso, participaron en el Taller de Preparación de Alimentos con Incaparina y Protemás, impartido por nuestro Centro Ambulatorio de Recuperación Nutricional.

De esa manera, las pacientes adultas y las madres de los pacientes pediátricos aprendieron nuevas recetas para preparar alimentos fortificados y de bajo costo. Con este tipo de talleres ayudamos a las familias a evitar la desnutrición y a mejorar sus hábitos alimenticios.

Como parte de las actividades para el combate a la desnutrición, se implementó el Vaso de Incaparina en la Escuela Oficial Rural Mixta de Educación Especial Cerro de Oro, ubicada en Santiago Atitlán, Sololá.

La implementación del programa en esta escuela está beneficiando a 41 niños al mes, con un total de 615 vasos de Incaparina. Además, se realizó la rotulación del programa Vaso Incaparina y medición de la cocina para el equipamiento de la misma.

En el 2008, cuando Joselyn Gabriela Esquivel tenía 9 años, fue elegida para gozar de una beca de estudios en el Colegio Mariano y Rafael Castillo Córdova, que incluía inscripciones, colegiaturas, útiles escolares, uniformes, transporte, hospedaje, alimentación y gastos personales.

Llena de emoción y también nerviosa por no conocer a nadie en la ciudad, Joselyn dejó su casa en Camotán para cumplir su sueño de estudiar en uno de los mejores colegios de Guatemala. Inició en tercer grado de primaria. “El ritmo era rápido, las tareas extensas y las evaluaciones muy duras”, recuerda.

Pasaron los años y mantuvo un buen rendimiento en sus estudios. En el Colegio hizo su primera comunión y confirmación, formó parte del equipo de baloncesto, integró un elenco de teatro y el coro. También obtuvo el primer lugar en el movimiento Juventud con un proyecto en el área de Química-Biología.

Joselyn se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el 2016, con la XLI promoción del Colegio Mariano y Rafael Castillo Córdova. Ahora estudia un profesorado de segunda enseñanza en Pedagogía y Administración Educativa en la Universidad de San Carlos de Oriente. En el 2019 podrá impartir clases y desea buscar una escuela o colegio de su comunidad para mejorar la educación de la región y ayudar a alguien, así como muchas personas la ayudaron a ella.

Desde el 2012 Fundación Castillo Córdova implementó el Proyecto de Desarrollo Comunitario Integral “Microcuenca Tzununá” para disminuir los niveles de la pobreza y desnutrición del lugar. Este fue encomendado por Cervecería Centro Americana, S.A. como parte de sus actividades sociales para conmemorar su 125 aniversario.

Actualmente, el trabajo en Tzununá está enfocado en el empoderamiento comunitario para sostenibilidad de los proyectos solicitados.

Más de 8,500 personas han sido beneficiadas a la fecha gracias a la intervención de cinco comunidades a través de diferentes ejes de acción:

María Benita Quiacaín Mendoza, de 23 años de edad, es una madre de tres hijos que sufría las consecuencias del desempleo y la pobreza. Dos veces al año tenía que viajar desde Tzununá a fincas de Suchitepéquez a cortar café a desempeñar otras labores de limpieza agrícola con sus pequeños hijos en la espalda.

María Benita participó en el Programa Mejoramiento de Vida, del eje de Educación del proyecto que Fundación Castillo Córdova implementó en Tzununá. Aprendió a elaborar artesanías que ahora vende a turistas que llegan a la aldea y en comercios del departamento de Sololá. Ahora María Benita no solo ha dejado de viajar a las cálidas costas de Suchitepéquez a trabajar en el corte de café, sino que también logró que uno de sus hijos superara problemas de desnutrición.

Al inicio del tratamiento en el Centro Ambulatorio de Recuperación Nutricional, Wilson René Barrientos Sagastume se mostraba irritable y sin ganas de jugar debido a la diarrea recurrente y problemas gastrointestinales. Cuando llegó, de 20 libras y 7 onzas, su estado nutricional estaba en riesgo, pero en su segunda cita decayó a desnutrición aguda moderada a causa de la diarrea.

Sin embargo, gracias al tratamiento recibido, con el paso del tiempo se observó un cambio en su estado de ánimo y en su desarrollo psicomotor. Al finalizar la intervención su estado nutricional se normalizó, pesó 22 libras y midió 82.8 centímetros.

Kender Alberto Marroquín Súchite al Centro Ambulatorio de Recuperación Nutricional de Zacapa a la edad de 1 año y 7 meses de edad. Pesaba 17 libras y 13 onzas, mientras que su altura era de 77 centímetros.

Gracias a la intervención oportuna, durante su evolución se observaron varias mejoras físicas, como su piel, su cabello y también su sistema gastrointestinal, ya que sufría con frecuencia de episodios de diarrea. Finalmente egresó del programa con 23 libras y 1 onza de peso y 83.3 centímetros de talla.

Con un año y dos meses de edad, José Adrián Piox García fue diagnosticado con desnutrición aguda moderada. Su peso era de 17 libras con 10 onzas y su altura de 74.3 centímetros.

Tras ser tratado durante cuatro meses en el Centro Ambulatorio de Recuperación Nutricional de Zacapa, se observó un cambio en la coloración de su piel, el brillo de su cabello y también mejoró sus habilidades motoras. Egresó con un peso de 22 libras y 10 onzas y estatura de 83.3 centímetros. Lo mejor es que su estado nutricional ahora es normal.

Cuando Jimmy Ochoa Coroxón cumplió un mes, en su familia hubo preocupación porque el bebé tenía bajo peso. Elsy Coroxón, su madre de 35 años, también carecía de vitaminas y minerales necesarios para tener buena leche. En su desesperación, fue con un médico particular que no le dio esperanza de vida para el pequeño.

A Elsy le recomendaron ir al Centro de Recuperación Nutricional de Tzununá. Al llegar, recibió la noticia de que Jimmy padecía de desnutrición, por lo que fue ingresado y comenzó a recibir un tratamiento intensivo. El caso era grave, pero gracias a la intervención del pediatra y del cuidado de las enfermeras, tanto para la madre como para el pequeño, ambos se recuperaron.